Rana toro (Lithobates catesbeianus, Shaw, 1802)

Ya en otros textos hemos hablado de las especies exóticas invasoras, como el Gorrión Doméstico (Passer domesticus) que, aunque nos resulten muy familiares y que parezca que siempre estuvieron ahí, en  realidad han sido traídos de otras regiones y ahora son parte de la fauna local, con el impacto que eso ha implicado para las especies originarias. Recordemos que cuando se dice especie exótica invasora se habla de un organismo que se encuentra fuera de su  área de distribución natural y que es capaz de sobrevivir para reproducirse y establecerse en estos nuevos lugares y ecosistemas naturales en los que previamente no existía, constituyéndose así, en una amenaza para la biodiversidad de dicho ecosistema e incluso para la salud humana (1).

De acuerdo con Álvarez-Romero et al (2008) existen en México catalogados como exóticos: 61 especies de mamíferos, 29 aves, 11 reptiles y cinco anfibios. Esto representa una amenaza para las especies nativas y los ecosistemas naturales, y puede resultar en pérdidas de biodiversidad (1).

Una de las especies que a muchos resulta difícil imaginar cómo no originaria de esta región es la Rana toro (Lithobates catesbeianus), este anfibio es nativo de la parte oriental de Canadá y los Estados Unidos de América (Stebbins 2003, Frost 2009); y es un voraz depredador oportunista (Casper y Hendricks 2005) (1). Los efectos nocivos sobre la biodiversidad nativa, por competencia, depredación e introducción de enfermedades, está  ampliamente documentados (Adams y Pearl, 2007; Laufer et al., 2008). Su presencia está asociada con el declive global de anfibios (Kraus, 2009) (2). Por lo mismo está catalogada entre las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del planeta (Lowe et al., 2004) (3).

Las razones por las que este animal ha sido introducido en regiones ajenas a su hábitat natural pueden ser diversas: intencionalmente con fines de acuicultura para ser usada como alimento, para comercio como mascota (se venden en etapa larvas, pero al llegar a su vida adulta los compradores prefieren liberarlas en cualquier cuerpo de agua local), también se ha introducido para control biológico de plagas que afectan a la agricultura, e incluso para “mejoramiento” del paisaje; o pudo haber sido accidentalmente,  en cargamentos de peces de criadero donde las larvas son abundantes (3).

De acuerdo a los registros históricos, las primeras localidades de México en las que se registró fueron Cadereyta, Nuevo León, en 1853, y Altamira, Tamaulipas, en 1898 (Kellogg, 1932 citado por Mendoza-Alfaro et al., 2014) (3). Pero desde la década de los 1940 se han introducido miles de ejemplares juveniles y adultos de la Rana Toro a diferentes partes del país para el consumo humano (Ávila-Villegas & Rosen, 2007). Actualmente se ha registrado en estado libre en: Aguascalientes, la península de Baja California, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Puebla, Estado de México, Morelos, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Nayarit, San Luis Potosí, Hidalgo, Jalisco, Michoacán y Veracruz (Flores Villela, 1993; Stebbins, 2003; Ávila-Villegas & Rosen, 2007; Duifhuis-Rivera et al., 2008; Lemos-Espinal & Dixon, 2013) (3).

El color de esta rana puede variar desde un verde claro a un verde olivo oscuro hasta el amarillo, con manchas negras. En las extremidades posteriores sus cinco dedos están unidos por una membrana, mientras que en sus patas anteriores tiene cuatro dedos y están separados (Urbina-Cardona et al., 2012). El adulto puede pesar entre 800 gr y un kilogramo, y su tamaño puede variar entre 15 a 20 cm (Ziller et al., 2005) (3).

Se puede diferenciar al macho de la hembra por el tamaño del tímpano, que es mucho más grande que el ojo en los machos, mientras que en las hembras es del mismo tamaño que el ojo o más pequeño. En época reproductiva la garganta de los machos es amarilla mientras que en las hembras se observa blanca (Bruening, 2001) (4).

Se reproduce sexualmente, pero la fecundación ocurre de forma externa, la hembra deposita los huevos en el agua y ahí son fecundados por el macho. La cantidad de huevos depositados puede varias entre 10, 000 y 25,000, aunque inicialmente los huevos flotan, luego se sumergen hasta que ocurre el nacimiento de los renacuajos, tres a cinco días después. El desarrollo de las larvas de la rana todo dependerá de: el nivel de oxígeno y temperatura del agua, así como de la disponibilidad de alimento. Por esto, la transformación en adulto puede ocurrir en unos meses o hasta tres años después. Las etapas del desarrollo pueden ocurrir en diferentes tiempos dependiendo las localidades y sus condiciones ambientales, por ejemplo, la madurez sexual que en promedio ocurre a los dos años, o la época de reproducción, que por lo general sucede en primavera e inicio del verano (Amphibia Web, 2006; Bury &Whelan, 1984; GISD, 2005) (4).

Un individuo de rana toro puede llegar a vivir entre siete y nueve años (Bruening, 2001) (4). Es un animal solitario y los machos son territoriales, su actividad es principalmente al atardecer y durante la noche. Los machos de mayor tamaño controlan los territorios donde las hembras prefieran depositar los huevos, pudiéndose reproducir así, con varias hembras, cada territorio puede medir entre dos a cinco metros de diámetro y lo defienden con su canto (por el cual recibe su nombre común) o luchando con los otros machos cuerpo a cuerpo. De esta forma, los machos más jóvenes o que aún no pueden defender un territorio, para reproducirse, han de interceptar a las hembras que son atraídas por el canto del macho dominante o, aprovechar descuidos para invadir territorios (Álvarez-Romero, 2005) (4).

Uno de los factores que ha permitido la dispersión y éxito invasor de la Rana Toro, es que es capaz de desplazarse en tierra grandes distancias hasta encontrar cuerpos de agua adecuados para su vida, en Estados Unidos se han registrado individuos que viajan hasta 11 kilómetros, pero es posible que viajen aún más en pastizales (Bury & Whelan, 1984; Phillips, et al., 2006 citado por Ávila-Villegas & Rosen, 2007) (1).

Son capaces de hibernar bajo tierra o enterradas en el lodo bajo el agua en aquellas regiones donde el clima les es adverso en ciertas temporadas (Bury & Whelan, 1984) (4).

Como se mencionó antes, es un depredador voraz que se alimenta de una amplia variedad de organismos, se dice comúnmente que la rana todo se alimenta de todo lo que le quepa en la boca, además, en los ecosistemas donde se encuentra, es una especie dominante, desplazando a las especies nativas (Bury & Whelan, 1984; Santos-Barrera et al., 2009; Lannoo, 2005 citado por CABI, 2014) (3).

Así como su desarrollo es distinto dependiendo de la localidad en que habita, su alimentación también puede tener ciertas variaciones; los individuos jóvenes se alimentan principalmente de invertebrados, pero los adultos tienen una dieta muy diversa que incluye: invertebrados, anfibios (incluidos miembros de su misma especie, es decir, hay canibalismo), peces, roedores, reptiles e incluso aves (Corse y Metter 1980, Albertini y Lanza 1987, Beringer y Johnson 1995) (3).

Un estudio realizado en Janos, Chihuahua, sobre la alimentación de la Rana Toro arrojó que, aunque en general hay mayor presencia de invertebrados: coleópteros (escarabajos y parientes), odonatos (libélulas y caballitos del diablo), himenópteros (avispas, abejas, hormigas) y ortópteros (grillos y chapulines); también hay reptiles (culebras) y anfibios (otras ranas) (1).

Ejemplo de Ranas y Sapos nativos de las cuencas de los río San Pedro y Conchos y la región vecina.

Como conclusión podemos decir que, si bien la Rana Toro ha sido introducida de forma intencional para acuicultura (con fines alimenticios) en mucho lugares, esta se ha dispersado e invadido muy diversos ambientes naturales en los que ha prosperado y se ha convertido en un factor amenazante para las especies nativas, compitiendo por el alimento, los espacios, o directamente como depredador; además de introducir enfermedades que dañan la fauna originaria.

Con mayor frecuencia de la que nos gustaría, escuchamos o leemos como las personas creen o quieren creer que pueden “mejorar” o “corregir” la naturaleza (por supuesto pensando en su benéfico), introduciendo especies (animales o vegetales) para producción, para control de plagas, para diversión o para “mejorar” estéticamente sus casas o propiedades. Todo esto sin pensar en las consecuencias que puede tener, los efectos que tendrá en el medio ambiente y sus habitantes que, han encontrado un equilibrio a lo largo de la historia natural de la región. Ya no digamos a aquellos que desean corregir la geología, modificando ríos y montañas con el discurso de que es para el bien de la población, cuando la historia nos demuestra que todo eso siempre ha terminado siendo en perjuicio de la naturaleza y todos los que habitamos en ella, incluidos los humanos que, queramos aceptarlo o no, somos parte y dependemos de ella. Y aunque algunos tienen suficiente dinero para “comprarse” temporalmente una “mejor vida” y una “mejor vivienda”, no habrá dinero que les compre otro planeta.

Texto por Leonardo Hernández Escudero, fotografía por Leonardo Hernández Escudero y Juan Luis Loredo Varela, colaboradores de este sitio. 10 de mayo de 2023.

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Referencias

  1. CONABIO (2015). Método de Evaluación Rápida de Invasividad (MERI) para especies exóticas en México. México, DF. Documento disponible en https://www.biodiversidad.gob.mx/media/1/especies/Invasoras/files/Instrutivo_MERI_2020.pdf
  2. Ramos Guerra, S. & Gatica Colima, A. (2014). Especies Invasoras Acuáticas. Casos de Estudio en Ecosistemas de México. Ecología alimentaria de la rana toro Lithobates catesbeianus (Shaw, 1802) en el noroeste de Chihuahua, México. SEMARNAT, INECC-SEMARNAT y UPEI. Primera edición, México. Pp 411-429. Documento disponible en https://www.researchgate.net/publication/283142319_Ecologia_alimentaria_de_la_rana_toro_Lithobates_catesbeianus_Shaw_1802_en_el_noroeste_de_Chihuahua_Mexico
  3. Laufer, G., Gobel, N., Kacevas, N. & Lado, I. (2018). Detección con participación ciudadana de una nueva población feral de Rana Toro (Lithobates catesbeianus) en un área protegida en Uruguay. Revista Latinoamericana de Herpetología. 1(2). p 47-50. Documento disponible en https://herpetologia.fciencias.unam.mx/index.php/revista/article/view/23/16
  4. Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca CAR. Dirección de Recursos Naturales. (2018). Plan de Prevención, Control y Manejo (PPCM) de Rana Toro (Lithobates catesbeianus). Bogota, Colombia. 40 pp. Documento disponible en https://www.car.gov.co/uploads/files/5b9034317f619.pdf

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