
Este es uno de esos lugares que parecen sacados de un libro, de esos libros que a un niño le llenan la imaginación de seres fantásticos, habitantes más de la fantasía que de la realidad; y sin embargo, tangiblemente reales. Estamos en el municipio de Julimes, en un área no mayor a una cancha de futbol, aquí habitan el Cachorrito de Julimes (Cyprinodon julimes) y la Cochinilla Acuática de Julimes (Thermosphaeroma macrura) , animales únicos en el mundo, es decir, la población total de individuos de su especie se encuentra en este lugar (1-2).


Para muchos pasa desapercibido pero, para aquellos capaces de imaginar y aceptar lo inimaginablemente real, está ahí, apenas al alcance de una mirada, pareciera que el tiempo que en este pequeño lugar se ha congelado. Así debió ser como se inició la vida en el planeta, en una fosa como esta; el agua caliente y los rayos solares combinándose para que los primeros seres se reprodujeran y mutaran hasta llegar a la complejidad actual.



Si te detienes frente a esas traslucidas aguas podrás ver nadar un pequeño pez, y otro, y otro, si tu mirada excitada permite detenerse en detalles: una franja en la aleta caudal nos informa que es macho, uno de los últimos de su especie; porque si, los habitantes de esta pequeña ventana del tiempo, son los últimos, cuando esta ventana se cierre ya no habrá más. Se unirán al olvido en el que actualmente permanecen la mayoría de las criaturas que han habitado alguna vez este planeta.
Es en el municipio de Julimes, en un área no mayor a una cancha de futbol donde habitan el cachorrito y la cochinilla, estos animales están adaptados a las condiciones extremas de estos manantiales termales, no pueden sobrevivir fuera de él (1). Si se destruye este espacio sería el final de estas especies. Actualmente, por las propias características del lugar, la población de estos animales es pequeña, por ello el estado crítico de su conservación, en otras palabras, no están en peligro de extinción: sino lo que le sigue.
Este hábitat tan pequeño y particular fue cercado en un intento por conservarlo, lo cual fracasó, actualmente dicho cerco tiene boquetes por donde entran personas a: emborracharse, tirar basura, introducirse a los cuerpos de agua, etc., actos de los cuales dejan evidente huella.



Piensen ustedes por un momento: es un lugar pequeño, es bien sabido que en él hay especies únicas y al borde de la extinción y, sin embargo, como sociedad, con todo y sus instituciones (gubernamentales o no), somos incapaces de cuidar y proteger este sitio, insisto, no mayor a una cancha de futbol. Para ser claros: estamos permitiendo que ante nuestra mirada se extingan estas especies; permitimos que borrachos lo destruyan, además, sobra decir, podrían emborracharse en cualquier otro lugar, pero les da la gana hacerlo ahí y ni quien diga nada, incluso les costó trabajo (poco o mucho) romper la cerca con tal de meterse, hubiera sido más fácil quedarse afuera, es prácticamente lo mismo para sus fines, pero eligieron entrar, total, no pasa nada, y que más dan esos pececillos, si apenas y se ven.
A este lugar, por su importancia y estado de conservación, debería estar prohibido todo acceso salvo para fines de investigación. No tiene ningún sentido que haya visitas turísticas, escolares o recreativas. En otros lugares del mundo, en situaciones parecidas, lo que se hace es priorizar la conservación; la gente puede saber y enterarse del sitio de forma documental, la presencia de grupos en el lugar implica en sí mismo un atentado contra este pequeño y peculiar ecosistema.




Bolsas de doritos, vasos, botes de cerveza, huellas de personas que se metieron a caminar en el manantial (lo cual debería ser un delito grave), vidrios rotos, ropa, restos de fogatas (imagínense que prendan fuego al pastizal), incluso, aunque no lo crean, restos de un televisor, de los que fueron desechados ante la llegada de las pantallas de alta resolución, en esas que se ven muy bonitos los documentales y paisajes de todo el mundo, pero en las que jamás se ve lo que pasa en nuestro entorno próximo.
Aún es posible salvar este sitio y sus particulares habitantes, esta frase aplica tanto para el hogar del Cachorrito, como para el planeta entero, sin tan solo fuésemos capaces de proteger un espacio no más grande que una cancha de futbol.
Escrito por Leonardo Hernández Escudero, contribuidor de este sitio. Enero 20, 2021
Fotografía por Leonardo Hernández Escudero y Juan Loredo, contribuidores de este sitio. Enero 20, 2021
Todas las imágenes presentadas fueron tomadas en el río San Pedro por colaboradores de este sitio. No se autoriza la reproducción del texto o fotografías de este artículo sin previa solicitud por parte del interesado y autorización por parte de nuestra organización.
Referencias:
- De la Maza-Benignos, M. y L. Vela-Valladares. 2009. “Cyprinodon julimes sp. nov”. Los Peces del Río Conchos (editor: De la Maza-Benignos, M.). Alianza WWF – FGRA y Gobierno del Estado de Chihuahua.
- 3. De la Maza-Benignos M., J.A. Rodriguez-Pineda, A. De la Mora-Covarrubias, E.W. Carson, M. Quiñonez-Martínez, P. Lavín-Murcio, L. Vela-Valladares, Ma de L. Lozano-Vilano, H. Parra-Gallo H, A. Macías-Duarte, T. Lebgue-Keleng, E. Pando-Pando, M. Pando-Pando, M. Andazola-González, A. Anchondo-Najera, G. Quintana-Martínez, I. A. Banda-Villanueva, H.J. Ibarrola-Reyes, J. Zapata-López. (2012) “Planes de Manejo y Programa de Monitoreo de Signos Vitales para las Áreas de Manantiales de la UMA El Pandeño; y San Diego de Alcalá en el Desierto Chihuahuense”. Vol1. Pronatura Noreste, A.C. (editor). Amigos del Pandeño, A.C. 174 pp
Si deseas conocer más sobre este lugar te recomendamos el artículo «Manantiales Geotermales de Julimes: sitio Ramsar No. 2201«
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