Una mujer está sola

Cualquier historia tiene más de una versión, y esta dependerá siempre de quien la cuente. La historia del río de Meoqui es de destrucción, de irresponsabilidad, de ignorancia, de apatía; entre muchas otras cosas. Todas ellas en lo que respecta a lo humano, la naturaleza es otra historia.

En otras ocasiones hemos dicho que la basura que encontramos en el río cuenta la historia de aquellos que la dejaron ahí, y esto es cierto, nos cuenta al menos una parte de sus vidas. Tal es este caso:

Una historia desgraciada, plagada de abandono y desprecio, juicios y condenas. Es la historia de una mujer desesperada, llena de angustia y seguramente soledad. Vivimos en una sociedad que prefiere el prejuicio y la condena antes que la empatía, todos opinamos y medimos con nuestra propia vara sin detenernos a pensar en las circunstancias de los otros. Seguramente esto sucede a esta mujer, y digo sucede porque con toda certeza lo sigue sufriendo en este mismo instante en que yo lo escribo y tú lo lees.

Tratemos de imaginar y ponernos por un instante en su lugar: miedo a estar embarazada (todos podemos imaginar muchas razones por las cuales podría tener ese miedo), tanto miedo que, para poder hacerse una prueba casera de embarazo, no puede hacerlo en su casa, o la de una amiga o amigo, de ningún familiar, ni la casa de aquel que debería compartir la responsabilidad del embarazo; sola y atemorizada va al río. Entre unos árboles que son usados como letrina al aire libre, con una peste penetrante a excremento humano y moscas volando en todas partes hace la prueba, esperando con una angustia que le oprime el pecho el veredicto que amenaza con destrozar aún más su muy probablemente ya destrozada existencia. Pero a veces cuando uno se hunde es difícil encontrar el fondo.

Quisiera poder imaginar una historia donde el que estén juntas una prueba de embarazo y una píldora del día siguiente no sea una historia de desgracia. ¿Qué angustia acompañó y acompaña a esta mujer? ¿Por qué nuestra sociedad es tan indiferente que orilla a algunos (quizás más de los que creemos) a tomar decisiones desesperadas? ¿Qué pasó realmente en este lugar? ¿La prueba fue positiva y tomó la pastilla queriendo interrumpir el embarazo? 

Independientemente de eso, yo quisiera pensar que esa mujer ya no está sola, que ni ella ni ninguna otra lo está o lo estará, pues no debería estarlo y menos si se encuentra en esa circunstancia. Errores cometemos todos y enjuiciar y condenar es uno de esos errores. En estos tiempos en que tanto se habla de reivindicar los derechos de las mujeres, volteemos a ver a las que están a nuestro lado.

En el río encontramos condones, pero también cajas de pastillas del día después, pruebas de embarazo, medicamentos de venta sin receta que es probable que por ignorancia se crea que sirven para interrumpir embarazos y muchas cajas de pastillas para la disfunción eréctil. Todo eso cuenta una historia: es de clandestinidad, de vergüenza, de irresponsabilidad, de falta de respeto a las parejas, de angustia, de ansiedad, de mentiras y engaños.

Digan ustedes: ¿son esas características que deberían estar asociadas al ejercicio libre y placentero de la sexualidad?

Texto por Leonardo Hernández, colaborador de este sitio. Fotografía por colaboradores de este sitio. 27 de septiembre de 2021.

No se autoriza la reproducción del texto sin previa solicitud por parte del interesado y autorización por parte de nuestra organización. Todas las imágenes presentadas fueron tomadas en el río San Pedro por colaboradores de este sitio. En el caso de utilizar imágenes de nuestros colaboradores se deberá usar una referencia adecuada.

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